Fue matarnos,
O hacia un costado desviar los ojos.
Disparamos a muchas partes a la vez,
A destiempo.
Agotamos la magia en cada rincón sin saberlo.
Y sin quererlo fuimos anclando en un lugar aburrido.
Vi a mi cuerpo a la deriva
En un mar que ya no era mi templo.
Y en ese preciso momento donde nos encontrábamos,
Supimos entendernos las miradas,
Y desde esa nueva forma brindar por lo vivido.
Que distinta la escalera que todo este tiempo subió,
A esta otra escalera que sigue su propio camino.
Las veredas que hasta hoy nos trajeron
Son imposibles de arrancar de este cuerpo.