Mira, Eduardo, déjalo estar
que ya lo has dicho todo
en tus canciones y además
la cosa te ha ido como dios",
me sugiere un buen compaáero
de esos que de vez en cuando
vienen a mi casa a ver que ocurre
con mi tos.
que más quieres, sigue insistiendo,
tienes un prestigio y una 4-B
y aún te queda algún amigo o dos.
Déjalo ya, déjalo ya,
me harías un gran favor,
déjalo ya,
me dice con todo su amor,
déjalo ya,
mi amigo el enterrador,
déjalo ya.
Tu momento cumbre ha pasado
y debes comprender que todo
cambia y que ahora el rollo
no se mueve por ahí.
Lo lamento, dice quitándose
las gafas mientras sigue:
puedo equivocarme pero
yo lo veo así.
Ya lo sabes, es lo de siempre,
ayer amores, hoy ni flores
y maáana espero que me toque
el turno a mí.
No te esfuerces, dice mi amigo,
tómate unas largas vacaciones
mientras mira con premura su reloj.
De repente se pone alegre,
luego serio, luego triste,
luego colorido como un cuadro de Miró.
Cuando escucha en mi tocadiscos
los primeros versos de esta copla
que una tarde envenenada
me inspiró.