La noche era una llama,
la luna estaba tierna.
Agosto era un suspiro
de cálidas estrellas.
El mar se deshacía
mojando tus caderas,
la arena entre tus labios
jugaba con mi lengua.
Y empapados de agua y luna,
enlazados cuerpo a cuerpo,
recorrimos las espumas
hasta el fin del Universo
donde nace el Universo
cuando estalla el Universo...
El Universo.
Tu piel eran chispazos
de mil aguamarinas,
tus pechos me miraban
como ávidas pupilas.
Tus muslos extendidos
tenían cierta prisa,
tu pubis era un beso
fundido en mi saliva.
Sentí que me sentías
meciéndote por dentro,
las olas eran ritmos
del mismo movimiento.
Disuelto en tus entraáas
de líquidos secretos
desentraáaba el Nudo
de Dios y su Misterio.