Se piden paso en este incómodo proceso
de maquillaje sin orden,
febriles caretas, retratos
imaginarios,
a golpes de ceniza creciendo
como arrugas carnívoras,
confundidas.
Y amontonan una misma mueca,
un mismo monstruo
que aprieta los huesos
para sujetarse las vísceras
en un esfuerzo estéril
de ocultar la careta más grotesca
hecha detrito.