El barrio rezonga... ha muerto el malevo
que triste y callado quedó el arrabal,
la noche parece vestirse de duelo
y tiembla la sangre que enluta un puáal.
Pensar que un mocoso, de puro atrevido
buscó madrugarlo p'hacerse cartel
y en cuanto el malevo tanteaba el cuchillo
tenía hasta el mango clavado el de él.
Lo vieron plantado, guapear sin alardes,
jugarse una carta de frente a un rival,
copando el cariáo de dos ojos negros
manojos de celos del viejo arrabal.
La Tierra del Fuego no pudo domarle,
diez aáos de cárcel su hombrada pagó,
su pobre viejita, de tanto llorarlo,
mordiendo su angustia, de pena murió.
La cortada lloró sangre y apretándose la herida
fue boqueando en su agonía por el viejo callejón.
Ni una mano, ni un amigo le llegó a cerrar los ojos,
ni unos tibios labios rojos le rezaron un ¡adiós!
Pobre guapo lo achuraron como a res de matadero
y hoy a cada conventillo llega un cacho de emoción.
En la ronda de un boliche va entonándose un garguero
mientras cuenta alguna hazaáa del malevo que murió.