Escucha, el aire
entona un triste himno.
Brazos de piedra adormecidos
cuidan de nuestro descanso.
No hay caminos que lleguen aquí.
Los sueáos son distintos
estando tan lejos,
no consuelan igual,
no endulzan la mente con su paz.
Vuelve a mí, tormento ideal.
Vuelve a mí, no puedo más.
En cada instante
de agonía
se apodera de mis deseos;
en sus manos me arrulla.