Revis el ministrilete
y la manera como actu;
vi que tuvo algo de suerte
y con engaos me enred.
Pero me dije en secreto:
'ahora no lo dejo hablar...
vamos a acosarlo, s,
hasta que empiece a confesar
que no es de ninguna forma
un sabio, sino un charlatn.'
Y al final de sus cantares
yo fing una falsa tos,
le rob algunos aplausos
y exclam con recia voz.
-Dir lo que opinan todos;
pero qu escuchamos, saco?
diantres, que ha llevado usted
una vida de bellaco.
Nada tiene de ejemplar
su existencia aventurera,
como no sea el espantar
al nio que va a la escuela,
lo que le puede pasar
si no cumple sus tareas.
Bochorno debera darle,
y habla de conocimientos,
de lecciones; y an le aplauden,
pamplinas sin fundamentos.
Ha faltado a esta asamblea,
ya slo para acabar,
que se estiren las orejas
y empiecen a rebuznar.
As que en este momento
le ruego tome sus cuentas,
enseanzas y canciones,
para que tome el camino
por el rumbo que ha venido,
como vino a dar lecciones
que nadie le haba pedido.
Ande ya, vuelva al sendero
de la perdicin sin demorar;
no necesitamos, gracias,
sus lecciones, por ahora.
El bribn cruz los brazos
y ya no me cupo ms duda,
y dije: -me supongo que
tal vez necesita usted ayuda.
y a la gente hice notar
que precisaba voluntarios.
Vinieron diez mozos fuertes,
me cogieron entre varios
para arrojarme a la fuente
y desor mis comentarios.
Yo vol como un palomo
no me alcanc a resistir;
y luego rugi un gran coro:
-Cese ya de interrumpir.
Ms yo no haba dicho todo,
as que me puse en pie
con porte altivo y bizarro,
y de pronto... ach!, estornud,-