Yo tengo un cariáo
que me desconcierta,
¡que me vuelve loco!
Dudo de su amor...
Vivo deshojando
blancas margaritas,
para ver si existo
en su corazón.
(hablado)
Y las margaritas
una vez me dicen
que me quiere mucho,
y otras que poquito,
y otras, veces dicen: "¡No!"
Los ojos más lindos
que han visto mis ojos,
son los dos luceros
que alumbran su rostro.
Yo sé que la quiero;
yo sé, que la adoro;
yo sé que, sin ella,
la vida no es vida,
¡sin ella me muero!...
¡Yo sé que la quiero,
yo sé , que la adoro!
¡Por qué ese amor propio,
por qué tanto orgullo
si todo es amor!
Yo ansío un cariáo
muy apasionado,
lleno de ternura,
pleno de ilusión.
Que mis alegrías
también sean los suyas,
y las penas mías
sean su dolor.
Yo ansío un cariáo
que comparta el mío;
¡que me entregue su alma
como se la entrego yo!