Muchacho de cafetín
adornao con pilchas pobres,
feliz con la fortuna
de no tener un cobre.
La pena de mi querer
tan solo zumba un agravio
cuando el silbar de los labios
pita el pucho del milongón.
Sol de mi suburbio
que con dolor se ocultó
tras el sueáo turbio
que su querer me mintió.
Canto del desengaáo
volcó en mis aáos
el mal de su traición.
Mal de un viento brujo
qu'en mi arrabal sopló.
La vida me hizo rodar
en busca de la esperanza
y en vez de tu ternura
topé con tu venganza.
Y hoy tan solo mi ilusión
es el humo de un resabio,
cuando el silbar de los labios
pita el pucho del corazón.