Vistiendo galas de cambronas y percales,
forzando cortes de media luna,
naciste un día en un ranchito de Corrales,
detrás de un cerco de yuyos y tuna.
Te vi cantando sobre palcos de glorieta
y por Chiclana te llevaba el organito
y al fin Contursi que fue tu poeta
lloró por Griseta, Manón y Esther.
Muchas penas han llovido
sobre las chapas de tu vida vieja
y tu silencio se tragó las quejas
y tu recuerdo se quedó sin voz.
Tango de antes, te has callado
para no hablar del pasado,
para no ser sentimental ni recordar
el tiempo aquel que se ha quedado
detrás de tu arrabal.
No morirás aunque enmudezcas altanero
mientras te silben en las esquinas
las muchachadas de Palermo y Mataderos,
Parque Patricios y Puente Alsina.
Y volverás a renacer en cada noche
con cada luna que se asoma a los tapiales,
baáando en plata cambronas y percales,
lo mismo que entonces,
igual que ayer.