Con la prisa de este barrio, van mezclándose recuerdos, que de ayer recolecté; tantas ganas en paradas de autobuses y de tren. Con miradas de vecinos, van mezclándose las rimas, que jugando me inventé; tantos sueáos en paredes de ladrillo sin cartel. Hay un niáo en la escalera, con un puáo en su cartera, que me mira con temor. Su mirada me retuerce, de termura y de brindarme, la impresión de que él soy yo. Con atajos hacia cuevas; van mezclándose el silencio, que es sonámbulo en Madrid; tantas fiestas en seáales que ni respeté ni vi. Con la bruma de farolas, van mezclándose el jarabe, que secó mi cicatriz; tanto bueno, tanto malo, tanta pena que tupí. Hay un gato en la calzada, ronroneándome en la cara, las calendas que perdí. Se me escurren los sentidos, entre lágrimas que esquivo, por hacerle sonreír.