Sobre mi mesa de luz, tu collar
como una serpiente de plata agazapada.
Dentro de cada eslabón se puede respirar
en el perfume, la huella de tu mirada.
Pasó tu voz como un cometa
por estas cuatro paredes mías.
Quedó una luz, como una estela
que el cuarto antes no conocía.
Sobre el collar, un fulgor de plata,
una serpiente de luz que se contornea,
una huella de tu piel, un aro de calor,
que aquella noche olvidaste en mi cabecera.
Nos vio dudar la luna nueva
quemando miedos
en las cenizas.
Nos vio girar como planetas
tu pena, lejos, junto a la mía.