Tengo un paáuelo negro entre las manos
me miro tocando la sombra de sus pliegues,
el blanco de la piel,
el humo embriagador,
la noche pertinaz.
Tengo entre las manos negras el género dócil,
la noche de un trapo que me toca.
Lo escucho acariciar
copiando mi calor,
el humo de la piel.
Solo, una noche de humo, sintiendo en el hombro
la mano del tiempo detenido,
la luna en el balcón
riéndose de mí,
riéndose de mí.
Tengo las manos de trapo copiando un paáuelo negro
que es blanco de mi tacto,
me dejo acariciar,
me dejo acariciar,
me dejo acariciar.
Solo, sentado, tocando la tela, la sombra blanca,
los pliegues del paáuelo
parecen respirar,
parecen respirar,
parecen respirar.
Solo, una noche de humo, sintiendo en el hombro
la mano del tiempo detenido,
la luna en el balcón
riéndose de mí,
riéndose de mí.