En el estrecho de la muerte y la gloria,
Se alzaron trescientos contra la horda,
Leónidas, rey de Esparta, firme,
Bajo el sol ardiente.
Las lanzas chocan contra el acero,
El sudor y la sangre bañan la arena,
Con honor pelean, sin temor al fin,
El rugido del rey, la última esperanza.
En pie hasta el último suspiro,
El deber los llama, la historia los espera.
¡Esparta! En sus almas llevan el fuego,
En sus corazones, la furia de los dioses.
Leónidas, guía eterno de guerreros,
El sacrificio que inmortaliza su nombre.
Persas caen como la marea,
Una tras otra, las olas del imperio,
Pero los espartanos resisten,
Sin temor a la muerte, sin rendición.
Los escudos chocan, las lanzas se alzan,
La tierra tiembla bajo sus pies,
Leónidas los guía, sin flaquear,
Con sus ojos fijos en el destino.
El sacrificio es el precio de la gloria,
Un rey y sus hombres, inmortales en la historia.
El yelmo asfixia a Leónidas, no le deja ver y debe ver bien.
El escudo le pesa, le hace desequilibrarse, y su objetivo está lejos.
Su rugido es incesante y fuerte,
Llegará una nueva época, una época de libertad.
Y todos sabrán que 300 espartanos dieron hasta su último aliento para defenderla.
¡Esparta! En sus almas llevan el fuego,
En sus corazones, la furia de los dioses.
Leónidas, guía eterno de guerreros,
El sacrificio que inmortaliza su nombre.