Mi abuelo, el bongosero, todo el día se menea en un sillón que lo hamaca, no tiene bongó ni plata para viajar a Brasil... Me mira detrás de gafas tan gruesas como una lupa, no tiene un bongó mi abuelo pero nunca deja el ritmo su mano en el pasa manos del viejo sillón de hamaca. Mi abuelo habla otro idioma pero no es el portugués (yo lo comprendo, y no entiendo) ...y sé qué contestarle cuando me dice: ¿quien sois?... el negro del chito, el tercero, abuelo... (bongosero brasileño) ¿ fuisteis a misa? tome cinco... Gracias abuelo... (bongosero brasileño) Así empezaba el dialogo de sordos cualquier lejano domingo, (el bien ciego, yo era chico) antes que se muriera mi abuelo (un bongosero brasileño, ...o caribeño, creo) que no conocía el caribe ni brasil, ni había oído hablar del bongó, pero siempre bongoseaba en el pasamanos del sillón hamaca... ra-ta-ta-tá, ra-ta-ta-tá con la mano. ¿ Sois parecido a mi?... si abuelo (bongosero brasileño)... ¿ Y porque te dicen negro? si yo soy de piel muy blanca y el sol del verano, hijo, me fue tiñendo hasta el alma... ah!, si me vieran las nalgas... Hasta el domingo abuelo... (bongosero brasileño) ra-ta-ta-tá la mano en el pasa manos. Mi abuelo presidía la mesa de año nuevo, ra-ta-ta-tá, ra-ta-ta-tá, bongoseaba el bongosero en las noches de año nuevo, la mano contra la mesa..., la mano lo protegía de escuchar año tras año la misma historia perversa, que sus hijos repetían sin importarles la fiesta. Mi abuelo, el bongosero, presidía la mesa de año nuevo, hasta que un año fue viejo y no hubo mas años nuevos, y no hubo mas cinco pesos, cuando se murió mi abuelo (bongosero brasileño) ra-ta-ta-tá, ra...ta....ta.....tá, mi niñez se fue muriendo. Ahora que lo pienso, creo, que golpeaba con ambas manos, (como se debe) al bongó, todo un maestro, mi abuelo, el bongosero brasileño, que nunca se fue a brasil porque no tenía dinero.