Que suerte la mÃÂÃÂÃÂÃÂÃÂÃÂÃÂÃÂa,
tener azul el corazÃÂÃÂÃÂÃÂÃÂÃÂÃÂón,
color melancolÃÂÃÂÃÂÃÂÃÂÃÂÃÂÃÂa
no sÃÂÃÂÃÂÃÂÃÂÃÂÃÂé quien me lo pintÃÂÃÂÃÂÃÂÃÂÃÂÃÂó.
Les juro que quisiera
a veces no sentir,
desconocer el alma y ser
vacÃÂÃÂÃÂÃÂÃÂÃÂÃÂÃÂo tal vez feliz.
Es arma de doble filo, la sensibilidad
Pero si cierro los ojos podrÃÂÃÂÃÂÃÂÃÂÃÂÃÂÃÂa tropezar.
Coro:
Y es por eso que ven que subo
y luego vuelvo a bajar.
Lo que siento me toma tiempo
y no lo puedo ignorar.
Ya llegarÃÂÃÂÃÂÃÂÃÂÃÂÃÂá el momento,
ese punto perfecto
sin cambiar.
Existen tres sirenas que andan por ahÃÂÃÂÃÂÃÂÃÂÃÂÃÂÃÂ,
dueÃÂÃÂÃÂÃÂÃÂÃÂÃÂñas de los poemas que con sangre escribÃÂÃÂÃÂÃÂÃÂÃÂÃÂÃÂ.
Ve y pÃÂÃÂÃÂÃÂÃÂÃÂÃÂÃÂdeles por mÃÂÃÂÃÂÃÂÃÂÃÂÃÂÃÂ, te den de la pociÃÂÃÂÃÂÃÂÃÂÃÂÃÂón
que usan para no sentir nada en su corazÃÂÃÂÃÂÃÂÃÂÃÂÃÂón.
No sÃÂÃÂÃÂÃÂÃÂÃÂÃÂé hasta donde sostenga
esta fragilidad
De pronto viene y me llena,
no lo puedo evitar.
(Repita Coro)
Sin cambiar...
Sin cambiar...