Una ciudad que nos atrapa, una calle que se vacía
Una tragedia que maltrata, una frase que nunca fue mía
Un saludo a un nuevo día, una estación, una religión
Sin guías sin mesías y oración, una poesía que se calla
Un edificio, una muralla, una señal de stop
Un anuncio que me avasalla, una batalla que se pierde
Una guerra que se gana, una emoción que se vierte
Como si no hubiera mañana, una respuesta equivocada
Un anhelo, una verdad, una voz calmada que no tiene miedo
Que no tiene edad, unas ganas incontrolables
Una duda antes de un beso, un regalo que no abres
Un camino de regreso, un corazón desengañado
Unos ojos que no creen, una mirada a ambos lados
Un tren sin vías ni anden, un espejo que no miente
Una rutina que engaña, una luna tan caliente
Un dolor que me acompaña, un enero que parece abril
Un plan que nunca se cumple, una mezcla de blanco y añil
Una montaña sin cumbre, una lucha sin descanso
Un sexo tan intenso y manso, un segundo en el que no pienso
Un abrazo frio y falso, una cama que me altera
Un alma que es una hoguera, un papel con un teléfono
Olvidado en mi cartera, una espera que se afronta
Una lenta madures, un fantasma que despierta
Y me atormenta una y otra vez
Una test que irradia ira, una herida, un puño que se levanta
Una bandera desteñida, un himno que ya nadie canta
Un nudo en la garganta, un injusto vencedor
Una planta que crece y que se levanta entre el caos de alrededor
Un techo que me compadece, un amigo al que no llamo
Un lugar que me apetece, un honor que vale un gramo
Un parque solitario, un armario que se aburre
Un barrio del extrarradio donde el tiempo no trascurre
Una galaxia que es mi casa, una foto que me mira
Un recuerdo que aún me pesa, una piel envejecida
Una vida en línea recta, una perfecta desnudes
Una ilusión que me despierta y me alimenta una y otra vez
Un viaje inmóvil, un juego en donde nadie empata
Un equipaje inútil, un trago que me remata
Un futuro predecible, un rincón donde desaparecer
Un momento irrepetible, un nuevo anochecer