A caballo en una escoba
andaba el niáo Manuel.
De atrás gritaba María:
Dámela, que hay que barrer.
En otra ocasión yo vi
a Mariíta esperando
con la comida servida
y el niáo andaba jugando.
También un día domingo
que andaba limpio y peinado,
dicen que cayó una poza
y quedó todo mojado.
Aquí se acaba la historia
del Manuelito chileno
que un día sacando frutas
de un árbol se vino al suelo.