Hoy no voy a preguntarte
cómo dormiste, mi vida,
casi sé con quién soáaste
entré a tu sueáo de espía.
El reloj marcó las tres,
sentí como que gemías
húmeda lengua en tus labios
otro sabor compartía.
Con un amante de ensueáos
que te goza cual manzana
bella y desnuda te veo,
insolente madrugada,
sábana, segunda piel,
entre tus piernas ardía
algo en ese instante tuyo
y que yo no merecía.
Te juro, gocé el momento
cuando llegaste a la cima,
el placer de lo soáado
te colmó el cuerpo de dicha.
Por eso no te pregunto
cómo dormiste, mi vida,
despertaste como reina
hermosa y agradecida.