De niña aquellos juegos te importaban poco
Como si hablarle al mar fuera cosa de locos
Y reírse en el sol fuera fatal
Después, cuando tu quieta quietud te hizo pasar
De un día gris a un cielo alegre oscuro
Donde pudieras moverte como un muro
Te das cuenta que no hay nada que amar
Y que es terrible ese tener que dar
Y que esperar de una fruta bien podrida
Y sus hojas similares
Que te envuelven, que te pierden
En el triste camino de fango
Que tú has hecho hoy
Que tú ensucias de tus pies hasta tu frente
Blanca, negra, muerta