Como ya sabes, vengo de la noche de los tiempos
acudiendo a la llamada de tu carne intransigente
y me adueáo sin tardanza del furor de tu deseo
porque con el tiempo no puedo contar.
Como ya sabes, llego desde el faro atormentando
los temblores de tu vientre que abriré sin miramientos
porque quiero perpetuarme en el torrente de tu sangre
y escanciar en tu memoria los gemidos del amor.
Porque he decidido crucificarte en un leáo
y guardarte firmemente en el forzoso cautiverio
y obtener seguramente cada noche to agonía
y escuchar el balbuceo de tu boca ya domada
para que nunca olvides el hallazgo
de este sol
que cubre de claridad tu acontecer
pero trae
hasta ti
la noche de los tiempos.
Ocuparé el espacio de tu pecho palpitante
repletándolo de mieles y de acíbares perversos
acunando entre mis manos tu corazón sudoroso
para desatar la audacia de mi amor.