(Canción VII de la cantata "La rosa de los vientos")
La tierra que nos tiene apenas es un árbol sin tiempo,
cuelga del cielo como un enorme manzano ciego,
la surcan ríos bravos y la mojan los lagos tiernos,
la rodean los mares con sus sólidos movimientos.
Ella se agarra a las nubes y oscurece los cielos,
hace del sol la fragua con la que cocina el sustento,
convoca a la lluvia fresca si se reseca el suelo,
de su corteza crecieron asfódelos y almendros.
Brota del bosque umbrío el olor de sus maderos,
estalla el volcán sangrando en mil penachos de fuego
se siguen las estaciones en su relevo perpetuo.
Por eso es tan ancha y tierna esta tierra.
Por eso es tan ancha y tierna esta tierra,
esta tierra que nos tiene, nos tiene vivos por un momento,
por un momento de tierra, de tierra madre con fundamentos.
La tierra de Picarquín es una comarca de olores diversos,
desde su entraáa profunda surgen manantiales dulces y ciegos.
Por eso es tan ancha y clara esta tierra,
por eso echó sobre sus fundamentos
el vasto momento del hombre fraterno,
de entereza
y de alianza
con el hombre henchido de igualdad segura,
de altura
y de andanza,
más el imperfecto que debe integrarse
con un libro y sin lanza
y aquel hombre entero, solidario y recto
que se une
a la danza.
Por eso es tan ancha y clara esta tierra.
Por eso es tan ancha y tierna esta tierra,
madre tierra.