Murieron tres mil seiscientos
uno tras otro.
Tres mil seiscientos
mataron uno tras otro.
La escuela Santa María
vio sangre obrera.
La sangre que conocía
sólo miseria.
Serían tres mil seiscientos
ensordecidos.
Y fueron tres mil seiscientos
enmudecidos.
La escuela Santa María
fue el exterminio
de vida que se moría,
sólo alarido.
Tres mil seiscientas miradas
que se apagaron.
Tres mil seiscientos obreros
asesinados.
Un niáo juega en la escuela
Santa María.
Si juega a buscar tesoros
¿qué encontraría?